El show del hombre lobo

Como siempre, para entender el surgimiento de un movimiento cultural tan potente como el Hardcore, debemos atender al contexto histórico en que se produce.

En la década de los 80 nos encontramos con un mundo totalmente polarizado, totalmente extremo; con dos bloques enfrentados e irreconciliables a un lado y otro del telón de acero; con un temor más que fundado a la guerra nuclear; con políticos incendiarios, radicales y despiadados, como Ronald Reagan o Margaret Thatcher (te aseguro que a su lado, Donald Trump y Boris Johnson, son dos hermanitas de la caridad); con una pandemia haciendo estragos entre la sociedad y un virus de inmunodeficiencia adquirida, que no daba ninguna esperanza de vida a quien se infectaba con él; con la lacra de la heroína en las calles, una sustancia que con tan solo probarla ya te convierte en adicto, condenando a la delincuencia, al sida y a la muerte a toda una generación; un mundo en crisis económica y energética; un sistema injusto enfrentado a otro sistema injusto, que de nuevo y consecutivamente volvía a fallarle a otra generación. El Punk fue la respuesta a un mundo sin futuro, el Hardcore, el grito de una nueva generación al borde del abismo.